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domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 3

Al día siguiente Ali, Nata y yo fuimos a la discoteca Apolo. Mis amigas se negaron a que viniera Álvaro, ya que era una “noche de chicas”. Pero Nata le aseguró de que me iba a vigilar para que no hiciera ninguna “tontería”. Por la tarde las chicas me habían comprado un vestido precioso, sin dejarme pagarlo. Era blanco con un cinturón negro. Muy sencillo, y muy bonito. Entramos en la disco con nuestras respectivas entradas. Ali pronto empezó a hablar con un chico y nos quedamos Nata y yo junto a la barra. Cuando noté que el alcohol hacía efecto, dejé mi cerveza a un lado y salí a la pista. Empezó a sonar una canción de reggaetón y aunque no me agradaba, me puse a bailar con mucha energía. Estaba bailando con alguien, y ese alguien me cogió y me arrastró fuera de la pista, a un lugar con menos barullo. Miré a esos ojazos azules tan hipnotizantes que me recordaban a alguien... ¿A quién? Continué recorriendo con mi mirada su perfecta sonrisa, y luego su pelo rizado, a media melena, cobrizo... ¡Joder! ¡Era él! Pero si ya lo había olvidado... Me sonreía.

-¿Me recuerdas? -asentí, aún flipando.- Soy Carlos, ¿y tú?

-Cristina... Pero llámame Cris.

Seguía sonriente, regalándome una de sus mejores sonrisas, acogedoras, que te transmitían calor, ilusión, confianza, ganas de vivir... Era una de esas personas que con sólo verla, te alegraba el día entero, de esas que aunque no quisieras, involuntariamente sonreías, de esas que si sufría tu sufrías con ella, que si te caías se caía contigo... ¿Pero qué digo? Nunca dejaría que te cayeses.

-Encantada -sonreí-. Oye, me tengo que ir. Lo siento.

-Claro, no pasa nada. Adiós, Cris.

Busqué a Natascha con la mirada y la encontré hablando con un chico que parecía muy agradable. La cogí de la mano y me la llevé, un poco confusa. Luego divisé a Ali, liándose con uno. Muy típico de ella. La agarré con la mano que me quedaba libre y me la llevé a rastras, pataleando.

-Ali, nos vamos

-¡¿Qué?! Ni hablar.

-He dicho que nos vamos.

Debí dar miedo, porqué se calló. Miré la hora en el móvil, ya fuera del local. Las 3:46 de la madrugada.

-¡Mierda! -me lamenté- El metro ya ha cerrado.

-Os puedo llevar.

Me giré y contemplé al chico que había hablado.

-Carlos... -No quería que él me llevase, pero no nos podíamos quedar hasta las 6 que abriera el metro- Pues...

-Anda, vamos.

Nos llevó a un Citroën gris que estaba aparcado en la otra calle. Me subí en el asiento del copiloto, y Nata y Ali detrás. Estaban un poco sorprendidas, y empezaron a cuchichear. Le dije mi dirección y cómo llegar, y arrancamos.


Cerré la puerta de mi casa despacio, para que no se despertasen los vecinos. Le puse un Whatsapp a Álvaro, aunque su última conexión había sido a la una y veintiocho minutos. Me quité la ropa, la dejé encima de la silla y me acosté en ropa interior.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu historiaaaaa *-* Seguiré leyendo sin duda, un besoo :)

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