Abrí los ojos lentamemte. Poco a poco iba recordando la noche anterior. Fue increíble. Miré el reloj; casi las once... Vaya, pues sí que he dormido
-Buenos días princesa!
Me volví sobresaltada hacia la puerta y le vi, pero no pude evitar fijarme en la bandeja que llevaba. Un zumo natural de naranja, un tarro con mermelada de arándanos -mi favorita-, mantequilla, dos tostadas, café con leche... Cada vez le quiero un poquito más.
-Álvaro, te estás pasando...
-Si quieres me lo como yo...
-No hombre! Ya que me lo has preparado me lo comeré.
Se podría decir que parecía el monstruo de las galletas. En cuanto terminé, mi "princeso" me sonrió.
-Joder Cris, como engulles-notaba como el calor me subía a las mejillas-. Anda, no te pongas roja, que he traído nutella, y para terminar vamos a convertir el desayuno en... Un "besayuno"!
-Qué quieres decir con es...- Se tiró encima mía- Ahhhh!!
Me empezó a untar en nutella y a besarme. Cada beso suyo era dulce y pegajoso, y después de unos cuantos besos, bastantes risas y mucha, mucha nutella, se separó de mí, dejándome con ganas de más.
Buscaba en el armario la ropa para ese día; Álvaro me iba a llevar al centro comercial para decorar el apartamento que me había comprado unas semanas antes. Finalmente me decidí por unos vaqueros cortos blancos y una blusa lila. Los zapatos... Unas sandalias moradas. Fui al baño: me alisé el pelo y me puse unos pendientes con una flor blanca. No vi la necesidad de maquillarme, la verdad es que no me gustaba mucho.
Una vez en el centro comercial, fuimos a Ikea. Primero pensamos en el salón: Álvaro me dijo que estaría genial un color claro, y yo lo visualicé inmediatamente.
-Eso es fácil! Amarillo y blanco.
-Hummm... No sé. Yo creo que estaría mejor un verde claro, y blanco.
-Sí, también queda bien... No! Ya sé! -mi idea quedaría genial- Todo blanco, y en las paredes podríamos pintar cosas chulas tú y yo.
-Bueno, si a ti te gusta...
-Que sí! Mira, este sofá en el lado izquierdo, aquí este sillón, un espejo en la pared derecha...
Cuando por fin terminamos de elegir todos los muebles y salimos de la tienda, me paré en seco.
-Podrías esperar unos minutos? Enseguida vuelvo.
-Tacháaaaaaan! Qué te parece?
-Wow! Vaya cambiazo! Te queda genial.
-Pues me alegro mucho. Es lo que intentaba.
Seguimos andando y nos montamos en el coche de Álvaro. Cuando llegamos a casa, ya era casi la hora de comer. Como a Álvaro le encanta cocinar, preparó unos espaguetis riquísimos.